
Catalino Rico Nuevo, un nombre que ha perdurado a lo largo del tiempo, es más que un apodo. Es un legado que ha sido transmitido de generación en generación. Desde hace cuatro generaciones, la familia Rico Nuevo ha estado cuidando las viñas de garnacha de las que nacen sus uvas, creando vinos que cuentan la historia de la tierra y la dedicación a la viticultura.
La historia de Rico Nuevo se remonta a Felipe “Rico Nuevo”, bisabuelo de la familia, quien fue un agricultor, ganadero y un destacado productor de vino. Elaboraba más de 2000 arrobas de vino, equivalente a más de 30,000 kilogramos, para el consumo de la familia y la venta en el pueblo de Burgohondo. Su compromiso con la calidad y la autenticidad dejó una huella imborrable en la familia y su pasión por el vino se ha transmitido de generación en generación.
El proyecto Rico Nuevo tiene un objetivo claro: transmitir el marcado carácter de la tierra y la forma de hacer de las personas que la han trabajado. Desde el cuidadoso trabajo en la viña hasta la última gota que llena cada botella, cada paso es una manifestación de la pasión y la obsesión por la calidad.
La bodega se enorgullece de llevar el paisaje a la copa, convirtiendo los vinos en un reflejo auténtico del entorno. Cada sorbo de sus vinos revela la delicadeza que solo los suelos de granito y las cepas viejas pueden brindar a la garnacha, la variedad de uva emblemática de la región. Rico Nuevo es un tributo a la historia, a la tierra y a la pasión que impulsa la tradición vinícola de Burgohondo.
En cada botella de Rico Nuevo, se encuentra una narrativa que abarca generaciones. La historia de una familia que ha dedicado su vida a perfeccionar el arte de la viticultura y compartir su amor por la tierra a través del vino. Rico Nuevo es más que una bodega; es una historia viva de la viticultura y la pasión por la calidad.