
El compromiso de Forlong con la naturaleza es evidente en cada paso del proceso de elaboración. Desde el primer día, decide apostar por prácticas ecológicas para preservar la riqueza del terruño y proteger el medio ambiente. La adquisición de la finca conocida como “El olivar de Forlón” fue el primer paso en el camino hacia su sueño cumplido “for a long time”. En esta finca, recupere cuidadosamente la antigua plantación de viñedos, olivos y frutales que había estado abandonada durante años.
Una de las características más sobresalientes de Forlong es su enfoque en los suelos de albariza, típicos de la región. Estos suelos, compuestos principalmente de arcilla blanca, carbonato de calcio y fósiles marinos, son famosos por su capacidad para retener la humedad y proporcionar un drenaje excelente. Este equilibrio en la retención de agua es esencial para el cultivo de las cepas de uva, especialmente durante los cálidos veranos del sur de España.
Los viñedos de Forlong se extienden sobre 13 hectáreas en dos pagos distintos: Balbaína Baja y Grañina. En Balbaína Baja, una amplia variedad de cepas, incluyendo Palomino Fino, Moscatel y distintas uvas tintas, se benefician de la cercanía al mar, a solo 10 kilómetros, y la riqueza mineral de la albariza. Las cepas son acariciadas por el salitre marino durante las noches veraniegas de poniente, lo que aporta un toque salino y fresco a los vinos.
En el pago de Grañina, la finca “Los Corrales” es el hogar de cepas de Palomino Fino, cultivadas en el distintivo suelo albariza. La mineralidad y la salinidad de este suelo se traducen en vinos que capturan la esencia pura y auténtica del terroir.
La filosofía de Forlong sigue siendo una celebración de la naturaleza y el respeto a la tradición vinícola.